29 de marzo de 2010

Deporte nacional

Si hay algo que verdaderamente apasiona a la mayoría de los indios es el cricket. Aquí muchos no saben quien es Messi (ni les importa), los niños no juegan a fútbol en el colegio y los domingos no hay partido… Al menos, no de fútbol. Ayer era domingo y en vez de ir al Calderón a ver al Atleti me fui al Sadar Patel Gujarat Stadium a ver un Rajasthan Royals Vs. Chennai Super Kings. La verdad es que las veces que había visto un partido de cricket (aquí es imposible evitarlo) me había parecido bastante aburrido, será que soy más de fútbol y no entendía este nuevo juego… Pero ayer las cuatro horas de partido se me pasaron volando (sí, cuatro horas, y eso que era un partido corto).

Después de unos cuantos meses disfruté de la típica tarde de domingo con partido… Eso sí, cambiando los goles por runs, y los fueras de juego y penaltis por overs, balls, run out y demás terminología que por fin entendí.

Y dejando de lado el deporte en sí… Merece la pena ir a un partido de cricket (en India) porque no hay momento para el aburrimiento. El estadio era de lo más moderno, de hecho, más que muchos de los estadios de fútbol en España (cosa que no me esperaba). Con gradas perfectas, muchas luces, pantallas donde repiten las jugadas... Pero siempre queda espacio para ese toque indio, por supuesto.

Cada vez que un equipo hacía algo bien, del techo del estadio salían petardos o fuegos artificiales. Así que, básicamente, cada 5 minutos era una fiesta porque si uno fallaba significaba que el otro ganaba (si es que aquí siempre hay algo que celebrar…). A parte de los petardos, unas animadoras (ni una india) salían a bailar durante un minuto cada vez que su equipo acertaba, a ritmo, como no, de músicas de películas de Bollywood. En el descanso, presentadores de televisión saltaron al campo para entrevistar a las estrellas (la pasión por los jugadores de cricket es parecida a la adoración por las estrellas de Bollywood). Y ellos encantados. Lo de la concentración aquí no se lleva: mientras unos respondían a preguntas de una entrevista otro jugaba con gente del público que concursaba por no-se-qué premio.

Y lo mejor de todo… el marcador. Las super-pantallas que informan de todo lo que pasa en el partido, que ponen las repeticiones, los datos de los jugadores, sus medias y casi hasta su talla de calzoncillo, no han dejado sin trabajo a los señores que trabajaban ahí antes de que llegaran las nuevas tecnologías. El marcador que informa sobre los runs (que entendida me he vuelto) de los jugadores que están bateando en ese momento sigue sin cambiar los números por ordenador…

24 de marzo de 2010

Vagos por obligación


"No está permitido ni jugar, ni correr, ni ningún tipo de ejercicio físico". Así que no les queda otro remedio que relajarse...

18 de marzo de 2010

Con poco dinero y muchas ganas

Con sólo una cámara, dos ordenadores, dos proyectores y muchas ganas se pueden conseguir cosas increíbles. Samvad comenzó hace unos años su andadura y actualmente es toda una institución en los barrios más pobres de Ahmedabad. El equipo de este proyecto está formado por cinco personas que viven en diferentes slums de la ciudad y que, obviamente, no han tenido los medios para estudiar en la universidad de periodismo. A pesar de ello, realizan reportajes mensuales que se proyectan cada día en diferentes barrios de las zonas más pobres de la ciudad.

Cada uno de los reportajes se centra en un tema que interesa a la comunidad y, en veinte minutos, ofrecen información, dejan espacio para las opiniones de la gente, entrevistan a diferentes personajes de interés y dan soluciones que pueden ayudar a los afectados a solucionar el problema. Un medio de comunicación de servicio público mucho más auténtico que el que ofrecen muchos medios que tienen dinero y recursos.

En un medio creado POR y PARA la comunidad, que da voz a las personas que no tienen espacio en los grandes medios, que informa a los habitantes de los superpoblados slums sobre las cuestiones que verdaderamente les afectan, que crea debate y fomenta el diálogo social. En resumen, mantiene informados a los más desfavorecidos para que sepan lo que está pasando a su alrededor, lo cual les da poder para defenderse, para organizarse y para opinar.

Los reportajes no son perfectos y tienen fallos que nunca cometería un estudiante de segundo de carrera, pero el espíritu de los miembros de Samvad es el que creo que todo periodista debería tener y el cual escasea bastante en las facultades de periodismo. Muchos no terminaron sus estudios en el colegio y ninguno ha pisado una universidad pero saben perfectamente lo que quieren, lo que hacen y por qué lo hacen. Y es admirable.

10 de marzo de 2010

De vuelta a casa...

Adiós al sureste asiático, adiós...
a las paradisiacas islas de Tailandia,
a la gente encantadora de la poco turística Camboya,
a las ciudades donde todavía se respira cierto aire francés en Laos,
a los increíbles templos de Angkor,
a las aldeas flotantes,
a los viajes en barco por el Mekong,
al famoso thai boxing,
a los monjes entrando en un 7Eleven en Bangkok,
a las baguettes y la leche condensada en el café (la leche fresca no se lleva mucho...),
a los noodles para desayunar, comer y cenar,
y, por supuesto, al adorado rey de Tailandia, al que no he perdido de vista hasta el último momento, ya que su gigante cara cubre hasta las cristaleras del aeropuerto de Bangkok (acompañada, como no, por un "Long live the king").

Y hola de nuevo a India, hola...
a los pitidos de los coches,
al caos,
a las calles sucias,
al tráfico loco,
al olor a incienso que sale de los templos,
a la mezcla de especias,
a la vida en la calle,
a los saris de colores,
a la gente durmiendo o bañándose en la calle,
al chai a todas horas,
a las sonrisas indias,
a la fascinación por las estrellas de Bollywood,
al cricket,
a los increíbles paisajes,
a los largos viajes en tren,
a los autobuses con cama,
a las vacas, los monos, los búfalos y los camellos,
a los pendientes en la nariz y los puntos rojos en la frente,
a los puestos de comida rebozada,
a los sastres que cosen en la calle,
a la gente que va de un lado a otro con grandes cestos o paquetes sobre su cabeza,
a la espontaneidad y naturalidad de los indios,
y a la mezcla de olores, sabores, colores y sonidos que hacen tan único a este país...


Otra vez aquí...