1 de julio de 2011

Cómo librarse de una mudanza

1. Meta todos los trastos acumulados durante meses en cajas y bolsas de peso considerable, teniendo en cuenta que hay que bajarlas desde un quinto piso.
2. Cuando llegue el gran día de la mudanza es recomendable despertarse temprano para subir y bajar las escaleras con una temperatura adecuada.
3. Deje el coche en la puerta de casa, aunque esté mal aparcado. Bastante tiene con las escaleras como para andar cruzando calles.
4. Coja fuerzas.
5. Haga un primer viaje con la maleta más grande para no tener que bajarla cuando las fuerzas flaqueen. Métala en el coche y vuelva a subir los cinco pisos.
6. Coja otra maleta y alguna cosa pequeña en la mano que sobra. Baje los cinco pisos. Déjela en el coche y vuelva a subir hasta el quinto.
7. Si se nota ya muy cansado aquí viene la solución a su problema: coja una caja, dispóngase a bajar las escaleras y en el segundo escalón resbálese, con fuerza, que suene, hasta que llegue a la puerta de su vecino de abajo. Bum! Si, muy bien, así. No pare de caer hasta que note un par de huesos rotos, que sino parecerá cuento y nadie vendrá a ayudarle. Es más que recomendable hacer este paso con una mochila blandita a la espalda. Recuerde que no quiere matarse, sólo librarse de una mudanza.
8. Pida unos hielos al vecino al que acaba de despertar con el ruido de su caída.
9. Vuelva a subir las escaleras que acaba de bajar con el culo. Llame por teléfono para que vengan a ayudarle. Si el mundo se ha confabulado para no cogerle el teléfono y se empieza a marear del dolor...
10. Baje los cinco pisos a la pata coja. Pida ayuda para que alguien le mueva el coche a un lugar fuera del alcance de la grúa y súbase a un taxi que le lleve al hospital.
11. Espere sentado en su silla de ruedas en la sala de espera que le han asignado hasta que oiga: "Doctor Fulanito a sala de yesos". Oh! Si! Llegó su turno.
12. Mire con pena su pierna mientras se la envuelven en una bonita escayola blanca.
13. Vuelva a llamar para que alguien le traiga unas muletas al hospital. Da igual el color o la forma, les cogerá asco sean como sean.
14. Vuelva a casa, acompañado por el buen samaritano que vaya a acabar su mudanza, y suba otra vez los cinco pisos (esta vez a la pata coja, no se olvide).
15. Siéntese en el sofá e intente no llorar pensando en el feliz verano que le espera.
16. Mire como otra persona baja sus cajas hasta que no cabe ni un alfiler en el coche.
17. Felicítese. Ha conseguido librarse de la mudanza.
18. Ah! Y guarde el parte de sus huesos rotos. Le será muy útil si está un buen rato en el hospital y cuando vuelve a ver su coche tiene una multa diciendo que se le pasó la hora del ticket en la zona azul donde el vecino le aparcó el coche. Si le pasa esto, felicítese otra vez. Es su día de suerte. ¿Qué más se puede pedir?