28 de enero de 2010

Primeras impresiones desde Bangkok

Y aterricé en Bangkok... ¡Menudo cambio!

La gente que me rodea ahora tiene rasgos achinados, es muy sonriente (pero mucho más distante que los indios) y no tiene ni idea de inglés (y si la tiene es una tarea difícil entenderles, ahora que me había acostumbrado al acento indio...). Las calles están limpias, la pobreza no se palpa a cada paso, el tráfico es ordenado (aunque también muy abundante), los rascacielos se mezclan con pequeñas casas y templos muy distintos a los hindúes, las calles estrechas con amplias calles de ocho carriles (¡con semáforos y pasos de cebra!), hay carreteras a distintos niveles que se cruzan con una especie de metro que va por encima de la ciudad (este si que vuela y no el de Madrid), barcos que son como autobuses por el río... Nada que ver con India.




Pero no todo son rascacielos en esta megaciudad. Hay muchos barrios con mercaditos donde venden de todo... Desde posters con la foto del rey (que aquí es omnipresente), amuletos, medicina natural ¡y hasta dentaduras postizas! Y comida... mucha comida. Parece que nadie come en su casa. Miles de puestos a cada paso venden noodles, arroz, fruta y todo tipo de comida en bolsitas de plástico. Y aquí nada de vegetarianismo... el pescado y los pinchos morunos están por todas partes. Y montones de cosas más que todavía no tengo ni idea de qué son...


Y el turismo... Un turismo agresivo que ha convertido el barrio de Banglamphu en un ghetto para turistas ataviados con ropa playera y chanclas que disfrutan comprando y bebiendo cerveza a todas las horas del día para soportar el sofocante calor, mientras escuchan Bob Marley... Eso sí, ni un tailandés por aquí, a excepción de los jóvenes que trabajan poniendo copas y dando masajes en los pies a los cansados turistas.

Demasiadas cosas para contar en poco tiempo así que mañana más...

No hay comentarios:

Publicar un comentario