5 de octubre de 2009

Balata y Aida

De los 11 millones de palestinos que hay en el mundo, 7 millones son refugiados. Unos están refugiados en países vecinos y otros en territorio palestino ocupado. Viven en estos campos hacinados, sin espacio y maltratados por los militares que los vigilan.

Uno de ellos es el campo de Balata, en Nablus. Aquí el espacio ha desaparecido. En un kilómetro cuadrado viven 25.000 personas. Un kilómetro cuadrado para casas, calles, colegio, medico, mezquita, etc., lo cual hace que sea un espacio asfixiante, lleno de edificios y con calles por las que no caben dos personas a la vez…

Es un campo con una resistencia muy fuerte. No tienen nada y su vida es un auténtico infierno.

El campo de Aida, en Belén, es diferente. Este tiene más espacio en sus calles, pero está completamente rodeado por un muro con varios puntos de control desde los cuales está a tiro cualquier punto del campo.

Podría parecer que estos se encuentran en una situación mejor, pero no es así. El ejército, noche tras noche, intenta desquiciar un poco más a los palestinos que viven en Aida, ya sea con tiros al aire cada media hora o a los depósitos de agua que se encuentran encima de las casas. La noche anterior a nuestra visita estuvieron toda la noche poniendo gritos y sonidos estridentes a través de unos altavoces para que se escuchara en cada rincón del campo.

Andando por Aida, entramos a un colegio. Desde el recreo de este cole los niños tienen estas vistas cada día.

Los profesores que estaban allí nos lo enseñaron y pudimos ver fotos increíbles de unos años atrás, cuando los militares entraron y comenzaron a disparar sin sentido, sin importarles si estaban matando a un niño palestino.

A cada paso una historia más increíble. Lo mejor de todo: las banderas de la ONU que ondean en la entrada de cada campo, como si estuvieran protegiéndolo (como deberían hacer).

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