28 de octubre de 2009

De camino...

Lo mejor para viajar en India es hacerlo por la noche. Aunque las distancias no sean muy largas, los viajes siempre lo son. Vayas donde vayas te esperan largas horas de tren o autobús. Así que lo mejor para no perder todo el día en el camino es viajar por la noche y dormir. Aunque esto último no es tan fácil...

Dormir en la litera de un tren-cama no es fácil pero, después de conversaciones surrealistas con personajes para el recuerdo, acabas cayendo (aunque sólo sea un par de horas). Eso sí, lo mejor viene cuando decides viajar en autobús en lugar de coger un tren.

El último viaje que hicimos fue a Jaisalmer y fuimos en autobús. Pero no era un autobús cualquiera sino un sleeper, es decir, un bus con camas. Asientos en un lado y camas al otro, y en la parte de arriba, más camas. Sí, camas individuales o dobles en el autobús.



Te subes al autobús, te metes en tu cabina-cama y que empiece el viaje. Y claro, dormir aquí se convierte en una misión imposible. Parece una feria. Entre los botes, las curvas, el sonido del pito que no para de sonar (los sonidos de las cosas en este país son dignos de una entrada de blog aparte), el niño que vomita y los gritos que anuncian que hay una nueva parada es imposible echar una cabezadita. Te tumbas, miras por la ventana, escuchas música, hablas con medio autobús (que les hace mucha gracia que sepas decir unas frases en gujarati) y pruebas nuevas comidas de la gente que se sienta cerca y ha sido más previsora que tú, que solo llevas unos plátanos. Y muy importante: no beber muchos líquidos, que nunca sabes cuando va a parar para dejarte ir al baño.

Las paradas para ir al baño no son, obviamente, en una estación de servicio con cafetería y una tienda de aperitivos carísimos. El autobús para en algún pueblo con puestecitos de chai (el té con leche que beben sin parar los indios), patatas y frutos secos. Lo del baño... sólo si hay suerte. Y claro, ¿qué haces si no hay baño? Intentas buscar un rinconcito sin gente... imposible. Así que preguntas hasta que alguien te deja pasar al suyo. Sales del baño y cuando vas a agradecerle al chico que te haya dejado pasar, te das cuenta de que estás en un cine. Pero no en la entrada de un cine, sino en la sala desde donde se proyectan las películas.


Esto nunca pasa en una estación de servicio...

Lo más increíble de todo... ¡al final acabas durmiendo!

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