30 de diciembre de 2009
29 de diciembre de 2009
Falas portugues?
22 de diciembre de 2009
21 de diciembre de 2009
Un mundo sin Navidad
13 de diciembre de 2009
¡Viva los novios!
11 de diciembre de 2009
Cosas de arquitectos
Sí, esta ciudad existe en India y se llama Chandigarh. Es una ciudad cuadriculada, dividida en sectores, con anchas avenidas por las que no pasan apenas coches, con amplios jardines, con rotondas, sin basura en la calle y un largo etcétera que sorprende tras estar un tiempo en este país. Una ciudad diseñada por Le Corbusier y construida desde cero, al contrario que el resto de ciudades, que van creciendo conforme a las necesidades de sus habitantes. Por cierto, los habitantes de esta ciudad parece que se hayan escondido en algún rincón porque son pocos los que se ven por la calle.
Este sitio puede ser un buen refugio para los turistas que se sientan aturdidos en este país y necesiten algo parecido a una ciudad europea. Pero al cabo de un par de horas, cuando se han visitado los edificios importantes del arquitecto y el bonito parque decorado con basura reciclada, puede resultar aburrida.
9 de diciembre de 2009
8 de diciembre de 2009
Manikaran, la joya de la oreja
6 de diciembre de 2009
Como en otro país...
5 de diciembre de 2009
Reflejos de oro
4 de diciembre de 2009
Benarés y el sagrado Ganges
3 de diciembre de 2009
Taj Mahal
1 de diciembre de 2009
Perplejidades
14 de noviembre de 2009
Ajanta y Ellora
9 de noviembre de 2009
Sunday market
7 de noviembre de 2009
Turistas en India
Tras un mes en India en mi cabeza revolotea de vez en cuando una pregunta: ¿Por qué razón los europeos se comportan de forma extraña cuando llegan a este país? Puede que por el recalentamiento del cerebro bajo el sol asfixiante, puede que por un exceso de picante en las comidas o simplemente por estar en un lugar donde nadie les conoce. El caso es que a todos parece que les haya mordido algún tipo de mosquito cuya picadura provoca serios cambios en la conducta.
El primer síntoma es un repentino cambio en la forma de vestir. Parece que en el momento en que pisan el país sus vaqueros y camisetas les producen algún tipo de alergia y tienen que comprar pantalones anchos y camisas de lino para poder sobrevivir. Por la forma en la que lucen estas nuevas prendas se nota que no suelen vestir habitualmente con ellas. Si es una estrategia para parecer menos occidentales, no consiguen el objetivo, de hecho, parecen más turistas si cabe. Un consejo: los pañuelos al cuello quedan monísimos pero no son necesarios con 35o C a la sombra, a menos que se quiera lucir un bonito sarpullido.
Los turistas de quince días no suelen mostrar muchos más cambios, pero lo peor viene cuando pasan aquí varios meses. En primer lugar, tenemos a los que vienen a India en busca de experiencias espirituales que no encuentran en sus países de origen. Se les reconoce porque sus temas de conversación con otros de su misma especie se centran en cursos de meditación y cosas por el estilo. Estos cursos, donde sólo asisten extranjeros, son una de las fuentes de ingresos por excelencia del turismo indio.
Algunos ejemplares de esta especie deciden quedarse más tiempo en el país y sueñan con vivir aquí eternamente. Planean formas de alargar su estancia para llevar una vida “tranquila y de meditación”, según sus propias palabras. Lo que en España sería, básicamente, la vida del gorrino pachón: comer, dormir y estar todo el día tocándose la barriga. Y meditar, claro.
También podemos encontrar a la especie quiero-ser-más-indio-que-los-indios. Este ejemplar lleva al extremo todos los estereotipos de turistas en India. Se les reconoce porque van ataviados con un pañuelo naranja a modo de falda y pasean con las manos juntas a la altura del pecho “dando la paz” a todo el que le saluda. Un consejo para ellos: aprovechad, vosotros que tenéis zapatos, y no andéis descalzos recogiendo toda la basura de la calle, por favor.
De vez en cuando puedes toparte con algún europeo que, a primera vista, parece que no está bajo los efectos de esta borrachera espiritual. Pero te das cuenta de que no es así cuando estás en medio de una conversación y se te ocurre aplastar con el dedo a una hormiga que te está mordiendo en el tobillo. En ese momento se delata: “¿pero qué haces? ¿qué pasa con tu karma?”. ¿Que qué pasa con mi karma? ¡Que si no la mato me devora hasta el karma!
A grandes rasgos, así se comportan muchos de los turistas europeos al llegar a India, por lo que una conversación con un indio siempre es mucho más normal y cercana a las que sueles tener con tus amigos en España. Eso sí, siempre se agradece un encuentro con ese turista español al cual le gusta viajar pero no ha estado nunca en un país tan diferente al suyo como este. Frases como “llegamos a Mumbai pero nos fuimos rápido porque estaba lleno de chabolas” o “¿este tío que hace? ¿No ve que no he pitado? ¿Por qué me tiene que tocar las pelotas?” cuando le están registrando en el aeropuerto, siempre consiguen sacarme una sonrisa.
5 de noviembre de 2009
Mandu en bicicleta
Un atasco impresionante en Ahmedabad y un rikso que intentaba meterse por cada hueco que encontraba entre tanto tráfico. Así comenzó el viaje a Mandu. No llegaba al tren, así que el riksero paró a un señor que iba en moto y le dijo “lleva a esta chica a la estación, que va a perder el tren”. Me bajé del rikso, me monté en la moto (que lo tenía más fácil para esquivar el tráfico) y llegué a la estación de Kalupur pero el tren se había ido. Cogí otro rikso a la estación de autobuses y compré un billete para esa noche. El autobús tenía una parada en un pueblo cercano a Mandu, desde donde tenía que coger otro autobús, pero uno de los cuatro conductores (sí, van cuatro conductores, por si se cansan), el que me tenía que avisar para bajarme, se había quedado dormido. Me quedé en otro pueblo, no sé ni cómo se llamaba, y desde allí esperé a que pasara el autobús de la mañana que recorre todas las pequeñas aldeas cercanas a Mandu. Un autobús pequeño, que empezó medio vacío pero que se fue llenando poco a poco. En el estrecho asiento donde yo pensaba que una persona cabía difícilmente, comprobé que cabían hasta tres. El autobús iba parando en cada aldea, en el camino o donde fuera. Paraba allí donde había alguien que quisiera subir o bajar. Subían niños con sus mochilas para ir al colegio, mujeres que iban al mercado de un pueblo cercano, gente con bolsas, sacos y todo tipo utensilios, bajaban, subían, se sentaban, muchos se quedaban de pie, muchos con las cabezas asomadas por la puerta, demasiada gente en un autobús tan pequeño. Pero al final cada cual llegaba a su destino. Yo llegué al mío tras cuatro horas de viaje.
Y al llegar a Mandu, lo de siempre… comienza el “acoso” a la nueva turista en el pueblo: “¿tienes donde dormir?”, “¿necesitas un guía?”, “ahí está mi tienda”, “¿un tour por las ruinas?”. A Mandu no llegan muchos turistas extranjeros, pero es un lugar turístico para los indios, así que están preparados. Conseguí librarme de todo eso y llegar a la casa de una familia que tiene cuatro habitaciones para dormir. Es una casa sin ningún tipo de cartel que anuncie que tienen habitaciones, así que sólo llegas allí si te lo ha recomendado algún amigo. Una buena opción para quedarse unos días. Una habitación acogedora a las afueras del pueblo y con una comida deliciosa si decides cenar allí, con la familia. La mujer cocina la mejor comida que he comido en India y el marido es un personaje auténtico, todo el día riéndose, cuidando sus plantas de marihuana y diciendo “in India everything is possible. Not very much money, but very much happy”.
Sólo faltaba una cosa: una bicicleta. La mejor forma para recorrer los alrededores de Mandu si te quedas unos días. Y a partir de aquí, a disfrutar.
Pero Mandu no es sólo el pequeño pueblo. Está situado en una zona elevada, rodeado por 24 kilómetros de una antigua fortaleza, dentro de la cual hay numerosos caminos con asentamientos tribales a los lados por los que perderse para encontrar antiguos templos, palacios o unas buenas vistas.
Y para acabar el día, una bonita puesta de sol con vistas a un paisaje que parece sacado de “El libro de la selva”.
Por cierto, una curiosidad, no se rompieron mucho la cabeza los que pusieron nombre a los personajes de esta historia… Baloo significa oso en hindi y Bagueera significa pantera. Es una de las cosas que descubrí hablando con unos amigos de Mandu. Porque una cosa está clara: aunque viajes solo, en India nunca te vas a aburrir. Llegué sola a Mandu pero el día que me iba estuve toda la mañana tomando chais con la gente que había conocido allí. Es lo bueno de estar unos días en el mismo sitio, sin prisas por ver quinientas cosas en un solo día, que conoces gente que te enseña sitios que no salen en las guías y con los que pasas buenos ratos comiendo algo, tomándote un chai tras otro o simplemente hablando cerca del mercado. De hecho, una de esas personas era un guía de Mandu, con el que tuve varias conversaciones entre visita y visita que tenía que hacer en autobús con otros turistas que iban a pasar un agitado día en este pueblo.
El autobús que me llevaba a coger el tren de vuelta pinchó en el camino, pero esta vez no perdí el tren de vuelta a casa.
30 de octubre de 2009
No smoking
29 de octubre de 2009
28 de octubre de 2009
De camino...
19 de octubre de 2009
Planes, planes...
Y allí estábamos. Andando, corriendo y haciendo carreras para ver quien lo bajaba más rápido. Alucinando con el sitio y con las situaciones con las que te puedes encontrar en este país cada día, sobre todo si eres extranjero. Mientras tú haces fotos para intentar llevarte dentro de tu cámara todo lo que estas viendo, un grupo de gente te hace fotos a ti y te rodea cual mono en un zoológico porque les resultas tan raro que no pueden dejar de mirarte con esos ojos de extrañeza y comentar cada uno de tus movimientos… ¡increíble!
Y nuevos planes surgen por el camino: por la tarde cogemos un tren y nos vamos a la playa. Pero cuando llegamos a la estación de tren de Ahmedabad vuelven a cambiar los planes…
Parece que no nos vamos… Pero siempre podemos acabar el día comiendo pollo tandori (hasta que nos abrase la boca de tanto picante) y esperando el año nuevo. Happy New Year 2066!